domingo, 8 de agosto de 2010

Drogas y el modelo holandés

El Norte
www.elnorte.com

Opinión Invitada
8 Ago. 10

Luis Alfredo Pérez

   
¿Cómo va la "guerra contra el narcotráfico"?

Si alguien tenía dudas, aquí va una síntesis: al comienzo de su Presidencia, Felipe Calderón la enarboló como bandera, pero cuatro años después anima el debate sobre una hipotética legalización de las drogas -algo de lo que antes no quería ni oír hablar-.

Debemos comenzar por precisar qué significa exactamente legalizar las drogas. ¿Permitir que una persona lleve consigo y las use en privado? ¿Permitir lugares que la vendan? ¿O permitir su distribución y producción?

¿De qué drogas hablamos, blandas o duras?

Comencemos discutiendo de las blandas. Se cita una y otra vez a Holanda, donde ahora resido, como ejemplo de país que no se ha colapsado a pesar de que permite su consumo. Así que conviene aclarar varias cosas.

En Holanda, la mariguana, más que ser legal, está en un limbo técnico. La Policía no persigue a quienes llevan consigo una pequeña cantidad, aunque en teoría es un crimen menor, y permite que ciertos establecimientos regulados, los célebres "coffee shops", puedan vender hasta 5 gramos a sus clientes.

Existe, sin embargo, un contrasentido sangrante en el modelo holandés: a los "coffee shops" se les permite vender, pero no comprar droga. Esto da lugar a una zona gris: ¿quién se las vende? ¿Cómo entra al país? Y da lugar también a un severo dolor de cabeza para la Policía, que dedica muchos recursos a rastrear cultivos escondidos.

Pero es verdad que la normalización le ha quitado a la mariguana mucho de su interés; contrario a lo que muchos extranjeros piensan, el holandés común jamás ha pisado un "coffee shops", o lo ha hecho sólo por curiosidad.

Ir a un "coffee shop" no es en absoluto una práctica social, como sí lo es ir a tomar una cerveza al bar. Y la regulación de estos establecimientos -entre otras cosas, no pueden anunciarse ni vender alcohol- ha servido para que el consumo de mariguana se haya mantenido estable, a pesar de su "teórica" accesibilidad.

No perdamos de vista, sin embargo, que a eso ayudan las particulares circunstancias de Holanda, un país pequeño y rico, con un alto nivel de educación y conciencia social: la inmensa mayoría de los holandeses no bebe ni una copa de alcohol si tiene que conducir. Y el Gobierno se esfuerza por disminuir no sólo el consumo, sino el tráfico de todo tipo de drogas.

A pesar de su tolerancia con la mariguana, Holanda sigue siendo un importante puerto de entrada, productor y distribuidor de cannabis, heroína, cocaína y anfetaminas.

Los "coffee shops", por su parte, están relacionados frecuentemente con otras actividades ilegales -como el lavado de dinero- y alimentan la criminalidad. Y han creado, encima, un flujo constante de turismo de drogas: extranjeros cuya principal o única motivación para visitar Holanda es consumir drogas blandas de forma "legal".

Un ejemplo célebre es Maastricht, ciudad en la que resido y a donde todos los días vienen 4 mil turistas con la única intención de fumar mariguana. El 70 por ciento del total de sus clientes son alemanes y belgas a los que les lleva tan sólo 20 minutos cruzar la frontera y llegar aquí.

¿Será que el Gobierno mexicano, al ver que la violencia está acabando con la industria turística, aceptaría relanzarla de esta manera? Le conviene saber que los problemas que ocasionan los "turistas de droga" son tantos, que Holanda lleva años buscando acabar con el fenómeno. Ahora mismo se habla de convertir a los "coffee shops" en clubs privados que sólo atiendan a los nativos.

No es la única forma en que Holanda está endureciendo su tolerancia. Ámsterdam planea cerrar la mitad de sus "coffee shops", como ya hizo Rotterdam -alegando que estaban cerca de escuelas- y varias ciudades fronterizas planean hacer lo mismo.

Así que la política holandesa, sin ser un fracaso, tampoco ha resuelto el problema de las drogas. Y hablamos de las blandas. Holanda no se plantea ni por error legalizar las duras.

¿Qué ocurriría si México lo hace?

Una catástrofe, con seguridad. Hacia fuera, imaginemos lo que haría Estados Unidos para bloquear la frontera de un país donde los narcotraficantes tuvieran las manos libres.

¿Y hacia dentro? Nuestro país es un distribuidor, pero no tiene un problema serio de consumo. Sin embargo, si los cárteles tuvieran libertad para vender sus "productos", su tamaño lo haría un mercado muy importante.

El Gobierno de Calderón, como él mismo acaba de reconocer, no es capaz ni siquiera de comunicar adecuadamente el cómo y el porqué de las acciones que lleva a cabo contra el narcotráfico.

¿Podemos confiar en que sí sabría regular la venta de drogas para que su impacto fuera mínimo? Con instituciones corruptas hasta la médula, ¿podrían enfrentarse los problemas sanitarios que traería consigo un incremento en el consumo de drogas? ¿Cómo enfrentaría México, un país que no es capaz de ofrecer otra cosa que pobreza al 50 por ciento de su población, los problemas sociales que el aumento en el uso de drogas traería consigo?

Por último, apelemos al sentido común: ¿la legalización de las drogas acabaría con las luchas territoriales de los cárteles? ¿Y con sus "negocios" asociados? ¿Los secuestros? ¿El derecho de piso? ¿El lavado de dinero? ¿La prostitución?

En verdad, ¿acabaría con el tráfico de armas y la violencia?

 
El autor es doctor en Literatura por la Universidad de Salamanca.
luisalfredops@gmail.com

1 comentario:

  1. Mmm pienso que encontraríamos otra forma de darnos en la torre. Que siempre se buscará una alternativa para estar en contra de la ley.

    Ya sea consumir más de lo permitido, buscar algo no permitido, vender a menores, no controlar el consumo...

    Como sociedad es difícil querer estar a la altura de otros países cuya situación política, cultural y económica son totalmente distintos a la nuestra...

    Digo yo...

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