Pasaba hoy por el corporativo de cierto banco, ubicado en una de las esquinas que rodean al Ángel de la Independencia... y no pude evitar detenerme a observar la decoración navideña.
Este banco fomenta entre sus empleados y proveedores el respeto a la ecología y la responsabilidad social, por lo que me llamó mucho la atención el hecho de que el enorme pino navideño que adorna su recepción es natural.
Es un hermoso pino, enorme... unos ocho metros. No sé de pinos pero seguro le tomó muchos años haber llegado a ese tamaño.
Me dio mucha tristeza, en verdad; aún y cuando seguramente ese pino se sembró para algún día ser un adorno. No deja de ser una forma de vida que se terminó por un motivo realmente innecesario. ¿Qué más daba haber utilizado un árbol artifical como en las calles o centros comerciales?
Tal vez estoy exagerando, pero cuando paso por ahí no puedo evitar una sensación de desagrado, y hasta un poco de coraje.
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